Agradecimientos y porqués


Este relato nació en un mal momento de mi vida. No es autobiográfico, pero no dejo de reconocerme en todos y cada uno de los personajes que aparecen en él. Así que, querido lector, cuando termines de leerlo, tal vez te cruces conmigo por la calle y cambies de acera (literalmente, quiero decir).
            La intención nunca fue publicar de ninguna manera algo tan personal para mí, ya que, escribirlo sólo respondía a una necesidad vital. Pero a medida que ha ido pasando el tiempo y esta historia ha cumplido su cometido (egoísta por mi parte) de salvarme la vida, no puedo menos que sacarlo a la luz y dejar que se alimente de otros ojos, de otras mentes, de otras almas que, tal vez le den un color diferente.
Tengo que agradecer a unas pocas personas su intervención (consciente o no) en el hecho de que un día superé el temor del folio en blanco y, así, sin más y casi a modo de terapia, comencé con un título y luego una palabra y después otra, etc.
Mi amiga, Carmen, que publicó su primera novela y me dio ese empujón desde la distancia, al hacerme ver que sí se puede y, es más, se debe.  Espero que nunca dejes de escribir, porque leerte es delicioso. Gracias por muchos otros motivos y por tu elegancia en el vivir. Gracias.
Mi psicóloga, Elena, que tenía casi más interés en esta historia que en mi caso particular, demostrándome que lo que me estaba ocurriendo no era tan grave. Y por descubrirme que en la vida se avanza con pequeños objetivos.  Gracias.
Mis padres. Gracias por su inconcebible y cruel ausencia. Gracias.
Mis nenes. Gracias por tanto quebradero de cabeza y, a ratos, tanto cariño gratuito. Sobre todo, a Víctor, que me ha hecho sentir alegría de una manera muy sencilla. Gracias.
Mi hermana, Estela. Gracias por ser un puente hacia la nada, por estar ahí con toda la delicadeza del mundo. Gracias.
Mi amiga Pepa. Por tantos años con el imperativo en la boca: “escribe”. Gracias.
 Las personas que han pasado por mi vida y han salido de ella sin hacer ruido. Gracias por hacerlo (lo de salir, quiero decir). Y las que siguen en ella, aunque sólo sea para tomar un café en un mal o buen momento, como Pilar e Inma, gracias también.
Xoxuka, que entró maullando desconsoladamente una noche en casa con la intención de regalarnos un extra de felicidad diaria. Y lo ha conseguido. Gracias.
Y, sobre todo, gracias a ti, Jose.  Mi amor, mi locura y mi nudo con la realidad. Por creer en mí y admirarme pese a todo. Pese a mí. Por tu lealtad en los peores momentos, por tu sabiduría y tus magníficos errores. Sin ti, mi vida sería otra cosa, pero no una vida. Te quiero. Gracias.